Con pesar, vemos, escuchamos y leemos informaciones relacionadas a casos de personas que han perdido la vida por decisión propia o por la de otro, que quizás sin pensarlo decide terminar con la de alguien más. Definitivamente hay un común denominador social, las personas andan depresivas, fruto de algunas situaciones que les están afectando y que, aunque no lo aparenten, trabajan en su estado de ánimo y termina arropándoles hasta llevarlos al abismo.
Debemos estar pendientes al accionar de nuestra gente cercana, esos que vemos día a día. Estar alerta ante cualquier cambio de comportamiento habitual, para poder ayudarles en ese proceso que muchas veces llevan en silencio. Comúnmente nos sorprenden noticias de personas que jamás imaginamos que estaban pasando por un proceso depresivo y solo nos enteramos cuando ya no hay más que hacer.
En la actualidad y ante esta realidad, debemos crear conciencia sobre la empatía. Cada quien está cargando su cruz a cuestas, como se dice por ahí. Cada uno de nosotros es quien sabe lo que lleva dentro, lo que le está afectando, por lo tanto, debemos estar en el zapato del otro y tratar de ser luz, que podamos ser agentes de salven y no que destruyan.
En la calle hay muchas personas con problemas familiares, económicos, amorosos y de cualquier otra índole, por lo que se hace necesario que tratemos a los demás con respeto y mostrando esa comprensión que les sirva de canal para una solución o para encontrar sentido a la vida.
No juzguemos, la vida es ahora y todos llevamos esa carga, una más pesada que otra, pero pesada de verdad.
Recuerda que: a veces el que más se ríe puede tener la situación mas dolorosa. Yo apelo a la empatía, a la solidaridad, al respeto, a la hermandad.